Básicamente, la verdadera “prueba” de la reencarnación, es la cantidad de personas que han recordado con gran nitidez y precisión a muchos detalles de vidas pasadas que era del todo imposible que pudieran saberlos sin ser la persona que recuerdan haber sido. Brian Weiss, autor de varios libros, es uno de los más populares difusores de esto, aunque no el único ni el más acertado en todo lo que deduce y expone, pero de los más “creíbles” desde el rigor científico y documentaciones que ha acumulado en sus trabajos. Especialmente, de personas con fobias severas que, después de hipnosis regresivas, han podido superarlas por comprender que eran fisuras en el velo de la memoria a vidas pasadas, ocasionado por experiencias muy fuertes en vidas anteriores.
Para los que se niegan a creer en esta realidad, les surgen infinidad de argumentaciones que ponen en duda incluso hasta la cordura de quienes se han expuesto a la burla o maltrato psicológico, sólo por atreverse a comentar algo tan insólito y desconcertante (por la negación y desinformación histórica por parte de las religiones, que tienen intereses egoístas para hacerlo; como de los psiquiatras en lucrar con tratamientos de por vida), sin otro interés que tratar de entender el por qué de esos recuerdos tan nítidos.
No es casual que desde tiempos inmemoriales, casi toda cultura haya tenido convicción en la reencarnación, aún culturas sin ninguna clase de contacto o influencia entre sí. Basta mirar a la civilización egipcia, tan adelantada en sus tiempos, como la Hindú, para poder notar que la reencarnación era indudable para las más grandes civilizaciones previas al cristianismo. Que en el caso de los egipcios, para satisfacer al vulgo hayan llegado a ritualizar la conservación del cuerpo abandonado “por si lo necesita” para la próxima vida… es un detalle secundario y tan sólo para reafirmar en el vulgo que “hay más vida” después de la actual.
Sin ir más lejos, la costumbre de los nativos de Norteamérica, de arrancar las cabelleras de sus enemigos, era por la convicción de que tales enemigos, en la siguiente vida, desde niños serían calvos, por no haberla conservado hasta que se descomponga el cuerpo que abandonaron. (La calvicie era vergonzosa entre los nativos norteamericanos).
¿Acaso no hay gente que niega o duda seriamente en la existencia de un alma que sobreviva a la muerte del cuerpo físico? ¡A pesar de la cantidad de testimonios creíbles que diariamente acontecen en toda cultura desde hace ya milenios! de comunicaciones esporádicas e imprevistas, de fallecidos hacia algún pariente o ser apreciado que aún vive, al margen de médiums y sesiones espiritistas.
¿No prohíben en la misma Biblia a la invocación de las almas de los difuntos, por considerarla una práctica contraria a “lo que es debido”? Si la prohíben, tácitamente reconocen que existe la comunicación con los ya difuntos. ¿Por qué la prohíben? Simplemente porque es una forma de impedir a esas almas que puedan completar procesos y prepararse para una nueva encarnación. O sea: mantenerlos estancados o demorados. Pero también, porque si hay una legítima necesidad de comunicación, desde “el otro lado” facilitarán la forma de transmitir lo necesario, sin dar lugar a otra clase de formas de vida que pueden hacerse pasar por almas de los difuntos y ocasionar serios daños a los implicados. (Caso de entidades del plano bajo astral, también denominadas demoníacas).
¿Cuánta gente común, con bastante temor de ser tomada por loca, al entrar en confianza y tocado el tema, suele comentar por lo bajo alguna experiencia de comunicación con un ser fallecido que conocía y le dejó pasmada de sorpresa con el mensaje que le transmitió?
La serie televisiva “Entre fantasmas” (Ghost whisperer) se basa principalmente en recopilar casos de la vida real para plantearlos a su manera dentro del argumento y circunstancias generales de la serie. Que no respete a todos los detalles de la realidad y con frecuencia “inventen” a cosas nada ciertas o desvirtuadas para que encajen dentro de lo que pretenden los guionistas o productores, no quita que el grueso de las ayudas o situaciones también acontezcan similares y hasta iguales en la vida real. Me refiero a las cosas que motivan a “fantasmas” a no poder abandonar este plano hasta que queden resueltos sus asuntos pendientes. No a varios disparates que tiene la serie en su trama principal, como por ejemplo, que un alma desencarnada pueda “apropiarse” de un cuerpo recién fallecido para reencarnar en el mismo. Quienes entendemos del tema tenemos claro que el alma está ligada al cuerpo físico con tantos cableados etéreos similar a como en la historia de Robocop lo está el ser vivo a la máquina. Es imposible ocupar otro cuerpo sin la colaboración de múltiples especialistas angélicos en ligar un alma a un cuerpo biológico y, además, va contra infinidad de reglas inquebrantables. Podría haber alguna excepción para que esto ocurra, pero debería ser de tanto peso como el renacimiento de un Mesías para que la autoricen y realicen desde el plano angélico. Es algo tan complejo que por eso no hay casos en la historia humana de que alguna vez aconteciera algo así.
La creencia en la “migración de las almas”, como se atribuye a los lamas tibetanos, NO ES CIERTA y los más sabios de tal religión lo tienen claro. Pero razones complejas y extensas de explicar, justifican que sostengan tal creencia errónea ante su propia comunidad. Básicamente, para que el vulgo se sienta tranquilo que “continúa” la misma autoridad (que nada cambiará en la religión y costumbres) a pesar del fallecimiento del cuerpo físico de la máxima autoridad.
En el plano filosófico religioso.
Por otra parte, ya en el plano de análisis deductivo, basta con observar lo que es el contexto del ser humano en el planeta y en el universo, para arribar a la misma conclusión.
Para que haya ocurrido el “bing bang” que dio origen al universo, forzosamente tuvo que haber un “algo” que rompiera a la inercia estática en la que todo estaba latente pero quieto, en reposo. .¿Qué pudo ser, sino una entidad inteligente y con voluntad propia? Ya que además de dar el “puntapié inicial” del “bing bang” también creó las leyes universales de física que rigen en todos los órdenes y son perfectas en sí mismas, a pesar del caos aparente. A esa entidad le denomino Dios y universo al mismo tiempo.
A la afirmación de que “fuimos hechos a imagen y semejanza”, los cristianos la tomaron de los judíos que a su vez, mediante Moisés, que fue un sumo sacerdote egipcio e instaurador reorganizador de la religión, la formó desde los conceptos aprendidos de los egipcios, los cuales eran muy coincidentes con los hindúes, sumerios y demás grandes civilizaciones antiguas en los conceptos generales básicos, tanto como las religiones cristianas de la actualidad entre sí.
La “imagen y semejanza” no se refiere al aspecto físico, sino a los conceptos y reglas por las que se rige todo en el universo. Nuestros cuerpos son universos en miniatura de cooperación recíproca entre células y hasta átomos, como acontece en el “gran cuerpo” de Dios (el universo mismo).
Paralelamente, Dios crea espíritus que son como pequeñas flamas del gran fuego que es él. Espíritus que son perfectos en sí mismos, pero que necesitan cargarse de información vivencial. Es decir, perfectos en esencia, pero no del todo, ya que les falta completarse con la información de saber por experiencia vivencial, corroborado en la práctica, cómo es cada detalle que forjó al universo, ya que con función similar a la de espermas, de “construir” todo un ser desde sí mismo, la perfección completa se alcanza al haber pasado por todas las etapas y zonas que comprende el universo, al extremo de ser capaz de comprender a fondo cada detalle y poder reproducirlo además de conocer sus necesidades y sensaciones.
O sea que, como posible esperma de Dios, antes de poder ser considerado tal, debe haber sido célula especializada en cada órgano y sistema del cuerpo. Sea de la sangre, del hígado, riñón, ósea, nerviosa, etc.
Por eta razón, para poder interactuar con la materia densa, el espíritu necesita revestirse del equipo adecuado, como un buzo de profundidades oceánicas para soportar la presión del agua (en este caso la densidad de la materia) y se reviste con un alma que, luego, se reviste también de un cuerpo físico “hecho a medida” y en la zona más propicia para sus objetivos. Hasta se eligen cuidadosamente a los padres y ámbito familiar como racial, etc.
No se puede comprender por completo a la perfección del universo, si no se ha vivenciado cuánto se depende de la interacción adecuada con cada uno de los demás elementos y formas de vida. Especialmente por saber lo que se siente ante el desequilibrio que producen carencias o necesidades insatisfechas a tiempo. De este modo es como mejor se comprende el por qué “Dios es amor”. Ya que todo depende de todo que, siendo una suma de infinidad de individuos, como las células de nuestros cuerpos, cada quien tiene una función y razón de ser y existir. Una sola anomalía, puede generar un caos que hasta desemboque en muerte si no se la corrige a tiempo (caso de las células cancerosas que “contagian” a otras su actitud egoísta o pervertida hasta llegar a la masificación de conducta que se denomina médicamente “metástasis”).
Por otra parte ¿Qué sentido tendría la ética y “hacer lo mejor para el conjunto”, si no hubiera nada más allá de la muerte física? Bastaría con sólo fingir a la conducta ética, para evitar el castigo de los demás humanos que podrían tomar represalias (que es lo que hacen demasiadas personas con mucho poder en la actualidad, sobre todo dueños de grandes corporaciones y políticos).
Sin embargo, el universo en general no funciona así POR ALGO (no porque sea descerebrado, sin alma, o similar a mecánico como intentaron imponer masivamente muchos científicos negadores de todo lo que no verifican per sé (por sí mismos) en sus limitados laboratorios.
Lo inexplicable para la ciencia
Muchos fenómenos y cuestiones religiosas paranormales, como los milagros, son del todo inexplicables y contra toda lógica científica. Sin embargo, para un entendido en cuestiones esotéricas y metafísicas, nada deja de tener coherencia, a pesar de que muchas son excepciones posibles que confirman las reglas.
Entre las más “inexplicables” están las profecías y premoniciones. ¿Es que acaso el futuro está tan determinado como una película y, nosotros, no somos más que marionetas inconscientes de la misma?
NO: El universo entero tiene un programa o agenda general que cumplirá a rajatabla, pero previendo multitud de pasos, etapas y metas con caminos alternativos. No todo es rígido, ni tampoco es azaroso. Al igual que las agendas de cualquier ejecutivo, hay flexibilidad en el grueso de lo agendado, previendo contratiempos y preferencias momentáneas como alternativas o variables posibles. Razón por la cual, no siempre las profecías son del todo exactas en tiempo y forma, salvo ciertas excepciones. En esto también rige la máxima de la Tabla Esmeralda de Hermes Trismegisto “como es abajo es arriba; como es arriba es abajo”; pues en lo pequeño como en lo grande, en el macro como en el microcosmos, las leyes rigen del mismo modo hasta en lo atómico (lo subatómico ya es otro tema aparte).
Si observamos la perfecta simplicidad que, en sus variables, logra la complejidad por la cual se rige armónicamente todo el universo y lo que contiene, es absurdo pensar que no hay detrás una inteligencia y voluntad primigenia que le ha dado forma.
Como también resulta absurdo pensar que los seres humanos somos la única forma de vida inteligente del universo, ya que nuestro planeta en sí, es más pequeño que un grano de arena en el océano. ¿Cómo es posible pensar que sólo en este planeta hay inteligencia supuestamente evolucionada? ¿Alguien tan capaz como para crear al universo y a las formas de vida que ya conocemos, “desperdició” o se “agotó” para no reiterarla incluso en variantes en el resto del universo? Es más ¿Por qué no estamos en el “centro” del universo, sino más bien en uno de los bordes o extremos, si es que somos “de lo más importantes” y “únicos”?
Para peor, otro mito muy impuesto es que podemos hacer lo que nos venga en gana, desequilibrando cosas sin la menor represalia o consecuencia posterior si logramos engañar o zafar de la justicia -o venganza- de nuestros congéneres. El orden y armonía que rigen en el universo no son por imbécil actitud descerebrada o maquinal, Son por tener claro que “todos somos uno” (ley del amor) como también que “el que las hace, las paga”, porque tarde o temprano deberá compensar el daño o desequilibrio que ocasionó ¡y con intereses! Sólo en la especie humana hay arrogantes tan imbéciles que consideran que todo es azar, o que podrán zafar de los desequilibrios o daños que ocasionen con gran o absoluta impunidad.
Por todo esto, al margen de experiencias personales que tampoco me permiten la menor duda de lo aquí expuesto (por ejemplo haber percibido almas de difuntos y dialogado con personas que recordaban vidas pasadas con nitidez impresionante y luego pudieron corroborar sus recuerdos como ciertos); cada uno decide si prefiere creer en esto o no. Para eso tienen libre albedrío, al igual que los niños de obedecer a sus padres o luego tener que soportar la sanción que les impongan por desobedecer adrede en lo que estaban holgadamente advertidos.
La gran diferencia entre creer o no, reside en llevar vidas sensatas y armónicas, o alterar tanto a detalles de la vida que, si zafan de las sanciones humanas que pudieran corresponderles, no podrán hacerlo de las Divinas, por más que se empeñen en cerrar los ojos a la realidad haciéndose los ciegos. Pues tropezarán constantemente perjudicando al entorno como a sí mismos.
En síntesis:
Hay demasiados testimonios creíbles y muchas veces verificados por otros de honor indudable, que el cuerpo físico no es más que un traje de carne. Un uniforme hecho a medida para esta misión que dura en promedio unos 70 años terrícolas. ¿Qué sentido tiene permanecer dentro de este tan pesado traje, estilo astronauta o buzo, una vez que se han cumplido nuestros objetivos o lo tenemos muy deteriorado?
¿Por qué no podríamos revestirnos con frecuencia de nuevos trajes de carne, en otras circunstancias y lugares, cual buzos o astronautas que aceptan nuevas misiones de aprendizaje y reconocimiento de situaciones, u otras analogías?
¿Acaso una sola vida alcanza para aprenderlo todo o, por lo menos, poder decir “cumplí con un rol fundamental para el universo” con el cual se justificó mi existencia dentro del mismo? Decirlo de una única vida, por más grande que haya sido, estilo Gandhi, es como si un astronauta justificara años de preparación para una sola y única recorrida “de prueba” a escasa profundidad. Apenas estamos a mitad de entrenamiento total para ser evolucionados como auténticos “profesionales” en buceo o viajes espaciales. Necesitaremos de muchas encarnaciones/misiones más para poder considerarnos profesionales hábiles y bien capacitados para desempeñarnos eficientemente en el universo.
Hemos recorrido muchas formas de vida zoológicas básicas antes de poder encarnar como humanos. Ya que para poder controlar a todo un cuerpo tan complejo, primero debimos aprender a controlar otros más básicos y rudimentarios, como los de bacterias, reptiles. Entrenamiento y práctica previa para alcanzar cuerpos complejos como los humanos.
Y si existe alguna explicación diferente con más coherencia, por favor, háganmela saber, porque siempre reconozco que, a lo mejor, puedo estar equivocado, a pesar de la convicción profunda que tengo. Nunca se sabe qué detalle importante puede haberse escapado y que dé por tierra con el grueso de lo que uno está convencido que es indudable ¿Acaso no les pasó a los del “bing bang” al omitir que un “algo” debió de romper la inercia y, además, generar las leyes físicas?.